Durante estos años que llevo surfeando han sido muchas las olas que he disfrutado. Aunque soy bastante paquete eso no quita que disfrute de ellas como el que más. Es difícil elegir la que más grabada se me ha quedado en el coco. No he realizado muchos surfaris, así que mi experiencia en diferentes olas de calidad es limitada. Tampoco trato de hacer un top 10 en mi cabeza, para mí el surf no es un ejercicio de coleccionista de olas para colgar en el escaparate y mostrar, sino un conjunto de experiencias a diario con el mar y todo lo que ello conlleva. Pero que duda cabe que hay algunas olas y sensaciones que nos transmitieron que quedarán grabadas para siempre muy dentro.
El sólo recordarlas cuando nos ponemos el neopreno mental y viajamos a ese lugar, ese día de condiciones perfectas, esa ola que cogiste justo en el lugar perfecto del pico, esa ola que te vino a buscar y quedarse contigo para siempre. Puede que vengan más de esas en el futuro, las buscarás o te encontrarán, pero la que ya te vino ahí quedará enmarcada en el salón de tu cerebelo y bulbo raquideo, junto a los momentos más especiales que llenan tu vida.
En el último año, tras volver de un exilio de casi una decada en Inglaterra, he surfeado bastante y he entrado en olas que me encantan incluyendo Mundaka, Laredo, Somo y algunas más. Pero si tuviese que elegir me quedaría con una ola que cogí en Lynmouth (Inglaterra) hace ya cuatro años. Para poneros en la situación, este es un pointbreak sobre cantos rodados en el norte de Devon que me recuerda un poco a Mundaka, por ser una ola de izquierdas con fuerza y larguísima en un pueblito rodeado de verdes montañas, con su muelle y ría.

A algunos les vuelven locos los reefs con olas contundentes y tuberas, a mi me pirrian los pointbreaks de largas olas. Se dice que esta es la ola más larga de Europa (la foto a la derecha de la pantalla, bajo la dirección de e-mail, es Lynmouth), ya veis que tiene recorrido. Para romper bien necesita un swell muy potente, normalmente funciona en invierno solo una manita de veces. Empieza a asomarse timidamente cuando en las playas abiertas hay 6 pies. Ese día el swell era brutal, el parte marcaba 18 pies y periodo 15. No estaba seguro si iba a surfear, pensé voy a verlo (pero por si acaso llevé la tabla grande). Suele romper en tres secciones, pero en días contados como ese toda la ola se conecta y parece no tener fin. Al contrario que esas olas cristalinas, azul coral Indonesio de bañador y licra, el 5/3, escarpines y un color verde con gris metálico son sus señas de identidad.

Bajando por la carretera que lleva al pueblo ya veía los seriones romper contra las rocas a lo lejos y muy poca gente en el agua. Tras quince minutos en el parking y sopesando si esas condiciones quizás fueran superiores a mis habilidades surfísticas, decidí tirar hacia el agua. Una vez dentro me dí cuenta porque había tan poca gente, las series normales rompían de dos metros pasados, las grandes más, no lo vi muy bien porque remaba como un descosido para evitarlas. Cogí la primera ola a los quince minutos, un olón (para mi experiencia claro, eso es subjetivo). Cuarenta o cincuenta metros y la sección colapsó, enviando espuma en todas la direcciones. Esto iba en serio, tras remontar decidí irme hasta el extremo más exterior junto a las rocas donde no estaba rompiendo casi ninguna ola, para tomar un respiro. Ahí es donde vino "la ola" a buscarme, una serie que se veía venir cabalgando a lo lejos en el horizonte, pensé aquí no romperá, seguro, pero según se acercaba era más como, pues no lo sé, pues creo que si, si ¿Qué hago? La primera ola me daba miedo, pero era tan perfecta, una pared que se estiraba todo lo largo del pointbreak y que tenía el take-off justo en donde yo estaba. La dejé pasar. Ví la segunda, su hermana gemela, una ola tan imponente pero irresistible que no pude dejarla pasar. Otra vez estaba en el sitio preciso del pico donde la ola decide que ha viajado ya medio oceano y es hora de empezar fundirse contra el fondo. Remé, remé, y volví a remar, y la pared levantaba, levantaba y volvía a levantar. Por fin decidió darme una oportunidad y me puse de pies. Un bajadón de rampa y un subidón de adrenalina, una velocidad que nunca he vuelto a sentir en una ola, me salió un aullido totalmente involuntario (nota: es la única vez que me ha ocurrido, en serio, no suelo ser un notas, pero tenía que dejar la emoción escapar por algún lado!!). Recuerdo que el primer bottom turn parecía interminable, miraba hacia arriba y tenía que doblar el cuello entero para poder ver la cresta de la ola. Una primera sección algo tubera y después un muro de ola para pintar a tus anchas. Me acuerdo que hice tres giros largooooos, y cada vez que subía arriba del todo de la pared tras el bottom me parecía estar colgando en el trampolín de la piscina municipal, y en un milisegundo de lucided pensaba que que hacía ahí arriba, si me caía me iba a comer un especial de "rollito de ola con cantos rodados", pero la diversión era tal que sobrepasaba al miedo y lo intentaba de nuevo. Abría como una cremallera de principio a fin sin una gota de agua fuera de sitio durante lo que parecieron minutos en esos varios cientos de metros que recorre la ola. Al acabar la ola me quemaban las piernas pero no importaba, estaba eufórico, todavía alucinando, intentando absorber lo vivido, algo muy especial, energía en estado puro. Allí acabo la sesión para mí, en la siguiente ola se me partió el invento y salí haciendo bodysurf entre montañas de agua.

A veces es dicífil expresar con palabras (aunque sean muchas como en mi caso) lo que uno siente en ocasiones tan únicas e irrepetibles, es parecido a explicar sensaciones como el amor o amistad, lo vivido supera lo contado. Espero que el mar os traiga muchos de esos momentos mágicos. Suerte.
¿Teneis alguna ola especial?