sábado, 26 de marzo de 2011

AEROBESTIAS

Eso es lo que parecen algunos de los porteadores de Hawaiian Airlines/Air France. No se quién tuvo la culpa pero lo cierto es que la preciosa y reluciente Dick Brewer que salió de Honolulu ya no lo era tanto cuando llegó a casa, gracias a dos toques importantes que habían abollado el rail izquierdo y joribiado la parte del tail. Como consiguieron tan lograda chapuza con la cantidad de rollo de burbuja, camisetas y toallas y funda de tabla que iba embalado, pues no lo sé. Harto díficil. Hasta la funda nueva tenía rajas. Malditos analfabestias.




Para colmo con Hawaiian Airlines tuve que pagar un extra de $100 para facturar la tabla y ahora se desentienden del tema pues como el trayecto con ellos no fue el último del viaje (con ellos volé de Honolulu a Los Ángeles solo) no se responsabilizan de nada. Vaya jeta. Aunque los de Air France tampoco se quedan cortos, la semana pasada les llamé y les mandé por fax los documentos (billetes, fotos, queja formal,...) y todavía estoy esperando. Ya os contaré si me dan largas o no.



Mientras tanto ayer fuí a recoger la Dick Brewer de Pukas, donde la dejé el lunes para reparar. Lo cierto es que han hecho un muy buen trabajo, casi no se nota y por 20 euritos. Chapó! La verdad es que las tablas en Hawai están bastante baratas, casi mejor ir solo con la funda y coger una allá. La mía costó al cambio unos 480 euros (y eso que era de las más caras con bastante diferencia por unos $100-200 del resto). Ya tengo ganas de probarla, esta semana parece que se acaba el plato, me voy a darle parafina!!!.


Bueno gente, hasta otra. SF

miércoles, 23 de marzo de 2011

HAWAII: EL NORTE

"Hawaii es la Meca. Es el lugar al que hay que peregrinar para apreciar de verdad lo que somos: tristes y frágiles mortales de paso por el mundo. Las olas de Hawaii - concretamente las de la North Shore de la isla de Oahu - alimentan nuestros sueños más salvajes, pero son sueños difícilmente realizables. Más bien allí se aprende que aquello a lo que nos dedicamos con pasión desde hace años, no es realmente surfing, sino algo diferente, en un escalafón inferior". Así reza la edición especial de Surfer Rule sobre Surfaris. Con ese panorama, me cogí sólo tres días en el North Shore, pensando que siendo un simple espectador en unas olas a todas luces superiores a mi nivel me sería suficiente.

Esta vez en lugar de ir Waikiki, tiré directamente para arriba hacia el North Shore. Esto era la mañana de la alerta del tsunami. En principio el maremoto debía arribar en Oahu a las tres de la mañana y yo llegaba de Samoa a las 6 am, así que no sabía si iba a aterrizar sobre una pista o una piscina (el aeropuerto está al lado del mar). Todo parecía normal al tomar tierra. Conduciendo por la carretera del interior se veían en los arcenes coches hasta arriba de bártulos y la gente en el arcén desayunando esperando a que se suspendiera la alerta de tsunami. El North Shore había estado cerrado toda la noche y justo la policía estaba abriendo el paso cuando llegué yo. A simple vista parecía que el tsunami no había creado una catástrofe, una ola de tres pies había impactado en la isla y el único daño reseñable fue en el puerto de Haleiwa. Sin embargo el mar parecía bastante revuelto, con mucha corriente y movimiento. La primera impresión conduciendo por el norte es que no es el “Benidorm” comercializado con hoteles de 20 plantas de Honolulu, sino todo lo contrario. Mucho campo verde, palmeras y casas familiares. "Keep the country country" como dicen las pegatas de los coches por aquí. Esto me gusta más pensé.



Buscando la casa donde iba a quedarme, paré en la gasolinera de Sunset a preguntar al primero que se parase si me sabría ayudar. Veo una ranchera aparcar y me acerco, el conductor no era otro que el mítico surfer de los 70 Buttons Kaluihoalani (el hawaiano cuadrado con un afro considerable, descrito por algunos como el surfista con mayor habilidad innata junto a Kelly). Su mujer me dice que estoy justo al lado, es la casa verde que se ve justo al principio de la colina.
Llego y ahí está una casaza con un jardín de palmeras impresionante (barbacoa, patio y hamaca inclusive), baldas llenas de tablas y alguien hablando en el jardín por teléfono con acento del norte (no del hawaiano , sino del de España). Resulta que al primero que conozco se llama Ignacio y es de San Sebastián. Lleva ahí dos semanas y luego se va para Nueva Zelanda. Me enseña la casa por dentro, realmente preciosa, llena de fotos y cuadros de surf por todas partes, una cocina grande y la habitación de literas compartida con Ignacio y otro venezolano (había escogido la opción barata de $30 la noche, muy económico para el North Shore). Resulta que de los que estamos casi todos hablan español, menos dos canadienses. La señora que regenta la casa, María, es peruana (y novia del organizador del Triple Crown Bernie Baker). El ex-marido de María, también es peruano, Carlos alías “mono”, que vive en la casa de al lado y se dedica a reparar tablas (trabajo no le falta). La hija Valeria surfea en el QS femenino y tiene 14 años. Kalani, un mocosillo de 10 años, también “corre” olas de lo lindo. Familia surfera mire por donde se mire.




La casa queda a 3 minutos andando de Rocky Lefts, con Pipe 5 minutos andando a la izquierda y Sunset otros 5 pero para la derecha. Ignacio se va a dar su baño diario cuando llego y le acompaño a la playa. El mar está todavía algo tocado por el tsunami pero las olas rompen potentes y con forma. Las olas explotan contra el reef. Lo miro y remiro pero no me decido a entrar demasiado grande para mí, me acojono un poco. Ignacio es un surfer experimentado y con nivel, yo no, más vale ser cauto. La papelera de la playa está llena de tablas partidas, en los próximos días veré tablas partidas cada media hora.




Además hay 15 máquinas en el agua entubándose y haciendo aéreos, pensé que ahí yo pintaba poco.




Decido tirar para Haleiwa que dicen que es más “light”. El pueblo está lleno de tiendas de surf y me doy un voltio. Intento pillar una tabla en Surf and Sea pero ese día no las alquilan por lo del tsunami. Me acerco a otra tienda y ahí sí, así que voy a Haleiwa beach y veo unas preciosas líneas de metro pasado (está más resguardado que Rocky Lefts), potentes también pero algo más factibles. Pillo pocas olas pero son buenas, hay gente en el agua y estoy algo intimidado porque no estoy acostumbrado a surfear sobre fondo de roca y no conozco la rompiente. Primer baño de contacto, por lo menos no me he ido de vacío pienso. Devuelvo la tabla y me fijo en unas tablas de Dick Brewer que son verdaderas obras de arte, y me enamoro de una. No la compro porque no había ido a Hawai con idea de traer tablas y esta además es carita. Tristan, un hawaiano que lleva la tienda me explica que Dick además de ser el shaper con más renombre de Hawai (ya hacía tablas para Gerry Lopez cuando todavía no le crecía ni el bigote al mítico Mr. Pipe) tiene ya 75 años y hace tablas contadas, mucha gente las compra como inversión para posibles coleccionistas y cotizan al alza.



Al día siguiente bajo con la bici por el paseo a ver las olas, escandalosamente buenas. Cojo prestada una tabla del mono Carlos, una Erick Arakawa con canales en el bottom que Ignacio le echa 20 años mínimo (su hermano tenía una parecida con 15 años), un 6’4’’ con un grosor considerable (pero eso a mi me va bien, pues uso tablas bastante retro). Me meto en el pico contiguo a Rocky Lefts (el cual esta petadísimo de aspirantes a pros, es sábado y se nota). Pero justo al lado andamos un puñado y las olas son más que buenas.



Rebasar la corriente está fácil porque hay huecos donde no hay roca, solo arena y ahí no rompen las olas. Lo primero que noto es la fuerza y forma de las olas, hay metro pasado pero parece dos y medio, pues las olas son gruesas con mucha agua y parece que se multiplica su tamaño al tocar el reef. Todavía sigo con un poco canguelo. Me dan yuyu las rocas. La primera ola que cojo levanta como un muelle y me lanza volando como una catapulta. La experiencia me sirve para ver que el fondo no está tan cerca y que estás olas van en serio. Ponte las pilas chaval. Lo intento otra vez, una izquierda de serie, en el take off tomo aire y caigo con los pies en la tabla, pero estoy tan rígido por el miedo que no amortiguo con las piernas y caigo como un madero. Otro revolcón. Ya puedo surfear yo esto, me pregunto. La siguiente voy a por una mediana y la cojo bien. Con más confianza acabé cogiendo cuatro o cinco olas buenas, con una forma curva que solo había visto en Mundaka antes. Una vez en la arena veo a otro tío salir con la tabla rota (ya van unos cuantos) y se sienta cerca de mío a hablar con su colega. Está que trina en un día, en dos baños seguidos ha roto dos tablas (y no tenía pegatas de sponsors). Estas olas pueden salir muy caras si tienes un mal día).

A la tarde me doy un paseo por Pipe (para verlo solo, jeje). Está pequeñito, un metrillo, pero se ve la potencia y está llena de chavalines hawaianos cogiendo tubillos. Luego voy para el otro lado, a Sunset ¡Qué espectáculo de ola! Una masa de agua descomunal que forma una derecha con un pico contundente que después abre a un paredón que se tiende como un lienzo para dibujar líneas preciosas. Es una ola que no me parecía tan llamativa cuando la veía por internet en el campeonato del triple crown pero que en directo te deja con la boca abierta. En el pico mucho veterano con tablas grandes y muchos “cohjhounes” como dicen los yankis.



Después me cogí el coche y me fui a ver Waimea, una bahía preciosa con su iglesia de trasfondo y pequeñas perfectas olas apareciendo junto a las rocas, como queriendo mostrar lo que puede hacer cuando se pone enorme.



Ya atardeciendo volví a Haleiwa, esa Dick Brewer me estaba llamando. Después una buena charla con el tendero Tristan (incluido un amplio apartado sobre las bondades del Rioja), me lanzo a la piscina, solo se vive una vez y esa tabla llevaba mi nombre escrito. Le caigo bien al Tristan y me invita a una fiesta que había organizado en su casa cerca de Sunset. Vuelvo al hostal Kalani donde se cuece una barbacoa en el jardín. Se comentan las jugadas del día (Ignacio se ha hecho tres tubos en una ola!) y otras mil cosas mientras sorbemos Coronas con limón.




Tras la barbacoa, Ignacio y yo nos acercamos a la fiesta. Hawaianos, americanos y para nuestra sorpresa mucho peruano y algunas argentinas. Hablamos con dos peruanos jóvenes (18 años quizá), nos hablan de las mejores olas de su país (Lobitos, Chicama, Cabo blanco,… se me hace la boca agua). Los dos parecen niños de papá (el padre de uno tiene hoteles), a quienes sus progenitores les han patrocinado cuatro meses en el North Shore (como viven algunos!).

Al día siguiente, ya mi último, volvemos a Rocky lefts y otra vez me escoro, el mar se mantiene o incluso ha subido algo. Ya con algo más de confianza cojo un buen número de olas, huecas y celestes. Las rocas parecen querer asomar en algunas de ellas cuando succiona la ola y la pared pasa de vertical a formar un semicírculo de agua y el labio a contornearse por encima. Magnifica sesión. Luego me acerco al mercadillo hippy de los domingos en Haleiwa, comida orgánica a tutiplén y mucho puestillo de collares y pinturas. Por la tarde voy a ver Velzyland y Backyards. Im-prezionante, con mucha gente en el agua, pero es lógico pues es festivo y encima con las series cilíndricas de dos metros formando tubos simétricos a ambos lados del pico, ya me dirás. Y yo sin cámara y sin tabla!!! Me tocaba irme ya. ¿Por qué no cogí un par de días más?!*?

La próxima vez lo tengo claro, dos semanas mínimo. Todas las olas que me quedé sin probar en esas 7 millas milagrosas. La verdad es que no tenía el North Shore en mi lista de surfaris preferidos pues pensaba que iban a ser olas totalmente inasequibles para mí (bastantes lo eran, pero otras muchas no) y me esperaba locales agresivos y playas super comercializadas y no lo vi. Si tenéis la oportunidad realmente os recomiendo esta peregrinación casi obligatoria a la cuna y meca del surf y del alohaaaaaaa!!!!

Hasta otra, SF.

sábado, 12 de marzo de 2011

SAMOA AMERICANA

Tras Waikiki, y después de 5 horas de vuelo llegué a Samoa Americana (que no debe confundirse con Samoa, a secas). Una isla que se recorre en 45 minutos de coche de lado a lado pero no por pequeña deja de ser digna de visitar.



Es la primera vez que he ido a una isla polinesia y la verdad que me he quedado muy gratamente impresionado. Una belleza natural como pocas, con sus aguas cristalinas, densas selvas, y arrecifes de coral llenos de vida y playas de palmeras sin un alma a la vista. Buceando con tortugas, contemplando murcielagos fruteros comer, flores de colores inimaginables y hojas del tamaño de una mesa de comedor. La gente realmente agradable los samoanos, donde el concepto es que todo el mundo es como familia y te acojen como tal. En cuanto a las olas....




Haberlas haylas pero lo que no hay es ni una tienda de surf. Cuando llegué a la isla lo comprendí, hay cuatro tiendas y son de cosas bastante más básicas. Sín tabla en el horizonte, me dedique de lleno al snorkling con la mascarilla y aletas. Masoquísticamente un par de días mientras recorría la isla de punta a punta en la carretera que bordea la costa me dedicaba a buscar nuevas olas también. Olas heavies todas , muy cerca del reef, muchas se cortaban y explotaban sobre el arrecife que casi sobresalía. Algunas olas muy buenas, formando tubo y con sifón al final.



El último día conocía a tres americanos, uno capitán de un barco y otros dos biólogos que eran surferos. El capitán en los 50 o así me contaba historias de Miki Dora cuando estuvo en Francia en el 74 y los biólogos me contaban que había algunas olas muy buenas y que las solían surfear solos. Uno de ellos tenía una hija en el sur de Francia y quería ir a Mundaka algún día. Me ofrecieron tablas pero ya me tenía que largar ese día ... vaya putadinsky. La próxima será. Para finalizar, ya en el aeropuerto nos llegan las primeras imágenes del tsunami en Japón, muy impactantes. Samoa ya sufrió un tsunami fuerte en el 2009, donde graciás a Dios no hubo muertos (hubo media hora de aviso para evacuar) pero pueblos enteros quedaron devastados. La hora programada de impacto en Hawaii era las 3 am en teoría y yo llegaría a las 6 am, sorprendentemente el vuelo no se canceló y para alla fuimos sin saber que esperar muy bien.




Próxima parada el North Shore!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Adeu, SF.

martes, 8 de marzo de 2011

WAIKIKI

Una vez finalizado el vuelo de San Francisco a Honolulu y antes del Honolulu a Pago Pago me tocaba pernoctar y esperar hasta las 3 de la tarde del día siguiente en Hawai. Después de coger el bus del aeropuerto llegué al hotel a media noche con hambre tras el raquitico medio sandwich y zumo del avión. El hotel estaba a una calle de Waikiki beach así que mientras buscaba un bocado paseaba cerca de la mítica playa. Para mí sorpresa los jardines colindantes y casetas estaban repletas de vagabundos en bañador con su carromato de la compra repleta de bolsas y ropa vieja. Al otro lado de la calle tiendas impresionantes no solo de Quicksilver, Billabong y otras surfimarcas, también de Ferrari, bolsos Luis Vuitton y hoteles de Hilton y otros cinco estrellas. Es lo que siempre me ha sorprendido de USA (viví en Virginia un año), el contraste entre ricos y pobres allá es incluso más inhumano.



Al final del paseo me topé con la mítica figura de Duke Kahanamoku, el embajador del aloha y exportador del surf fuera de Hawai. Me imagino que si no fuese por él muchos andaríamos pensando que coño voy a hacer este fin de semana y no habríamos consultado en la vida una tabla de mareas ni un parte de oleaje.


A la mañana siguiente me levanté pronto y alquilé un tablón a los autóctonos Beach boys de Hawai, como lo fue en su tiempo Duke. Una tradición que no se ha perdido en un siglo. Aunque el baño fue de moderada calidad (había un cuarto de metro pocho) al menos podré decir que he surfeado en Hawai. Y si no especifico donde, igual alguno creerá que he estado en Pipeline con 3 metracos, jeje, nada más lejos de la realidad.

Después de unas olitas, tiempo para comprar un par de camisetas y unos dibujos de surf preciosos de la artista Heather Brown, vuelta al aeropuerto.

Mi primera visita rápida a Hawai, el viernes vuelvo para pasar un ratillo más.

Aloha,

SF

jueves, 3 de marzo de 2011

PAGO (Y RE-)PAGO

Pago Pago, la capital de Samoa Americana, hacia ahí es hacia donde me dirijo. Una isla tropical perdida en medio del Pacífico, junto con algunas islas primas incluidas Fiji y atolones varios. Voy por razones de trabajo, pero con posibilidades de tiempo de ocio. Por esa razón había pensado llevarme la tabla de surf. Sobre todo después de ver en internet que en Samoa no existe ninguna tienda de surf (así que alquilar una tabla no es una opción) y el número de surfistas locales en la isla se cuentan con los dedos de la mano (un plus si llevas tu tabla, sin gentío, pero no si quieres pedirle a alguien que te preste la tabla para un baño).





Después de investigar y ver que con Air France no tendría que pagar por llevar tablas a menos que me pasase del peso que le corresponde a cada viajero (algo razonable), tendría asignados 25 kg de equipaje y con la tabla no me iba a pasar. Guay, primer tramo Bilbao-París-San Francisco salvado. El chasco llega cuando me voy a la web de Hawaian Airlines y veo que las tablas salen $100 el tramo San Francisco-Honolulu y otros $100 Honolulu-Pago Pago. ¿Porqué me tienen que cobrar más si no me paso del peso digo yo? Además, esa cifra de $100 me parece completamente arbitraria, ¿Porque no por peso/tamaño de la tabla o porque no $65 o $47 o un número no tan cuadrado como 100? ¿Cuál es el coste real de llevar una tabla de 10kg en vez de una maleta de 25kg? Es lo que se le ocurrió al listillo que pensó en cobrar un extra a todos los surfistas pichones digo yo.


Y el caso es que este plus no cubre la ida y vuelta del viaje. Así pues, de Hawai a Samoa (y de Hawai a San Francisco) pago $100 a la ida y pago otros $100 a la vuelta. Me imagino de ahí el nombre de la capital samoana, Pago Pago (al menos los surfistas). De momento, aquí estoy esperando en San Francisco para enlazar con el vuelo a Honolulu, con un poco de jetlag y completamente “destablado”. Aún albergo vagas esperanzas de que algún local samoano caritativo me done su tabla para una o dos sesiones, o quizá tenga que dar las gracias a Hawaian airlines por salvarme de romperme la crisma contra el muy poco profundo coral de esos afilados reefs o algún local con mala uva!

Bueno amiguetes, ya os iré contando.... SF :-)