jueves, 7 de enero de 2010

MUJERES AL AGUA

Había sido una temporada épica y hoy iba a ser otro de esos días perfectos. Con las buenas olas vienen las masas y aquel pointbreak de renombre mundial no era una excepción. A primera hora había 40 tíos en el pico, pero eso le daba igual al jefecillo de los locales, un tetracampeón de lucha libre al que llamaban "Kobon" (por su parecido a Koby Abberton pero en versión alta y más chuleta si cabe). Este año había partido la cara a tres surfistas visitantes y a otro local que ni siquiera le saltaron una ola, a este chulito le bastaba una mirada a destiempo para provocar una trifulca. Si varios visitantes se ponían gallitos tenía un clan de "fieles ovejas" con neopreno detrás que le ayudaban a repartir leña.



Ese día algo inesperado pasó, un grupo de chicas surfistas entró al agua. El mar no estaba para bromas con un swell de 6 pies con algunas series mayores. Uno de los locales dijo "lo que faltaba, un montón de tías en el lineup dando el tostón, se van a quedar flotando por medio y nos van a joder todas las olas", y su colega añadió "si es que encima vienen sin tablón de flores, por lo menos parece que están buenas". Las chicas no se quedaron flotando por las inmediaciones sino que fueron directamente al pico, y cuando se acercaron la peña estaba alucinando, que bellezas casi todas rubias y alguna morena de quitar el hipo. Kobon pensó que estaba en el cielo: olas, solecito y tías buenísimas.


Entraba la primera serie y Kobon en el centro mismo del pico, cuando venía la ola una de las rubias se acercó ojeándole descaradamente, Kobon lo vió e intentó sacar pecho y tensar musculos. Mientras, otra de grupo se le colaba por el inside y pillaba la ola. El machito estaba demasiado entretenido mirándose al pecho a ver si estaba suficientemente definido y atusándose el pelo hacia atrás. Diez minutos, siguiente serie, esta vez es la morena, se pone al lado y empieza a colocarse el bikini bien para que no se salga nada de ese voluptuoso pecho. Todos los tíos babeando, mientras las amigas cogían todas la olas de la serie menos una que un apuesto surfista cazó sin compasión. Ya han sido dos series pensó Kobon: "la siguiente me pongo a lo que estoy y les enseño a estas guapitas lo que sé". Diez minutos, otra serie. Las amigas trabajan en grupo, como una manada de lobas, ahora le tocaba a la más guapa de todas hacer su numerito y sabían que los tíos estaban ya empezando a olerse algo. Se arrimó a Kobon y sus tropa y se relamió el labio superior, de repente dió media vuelta remando y dejando ver al personal su perfecto culito semi-expuesto por un tanga-bikini. La mitad del gentío se quedó hipnotizado y la otra mitad no atrevía a coger la ola por el ridículo de surfear con el "asta izada" bajo el bañador. Tres olas extraordinarias, otra vez para dos de las chicas entubándose y una para el surfista guapetón.





Ya conocedoras las amazonas de que se les está acabando el chollo pues la marea estaba subiendo haciendo desaparecer la sección más tubera, lo intentaron por última vez . Viene la siguiente serie. La primera ola es grande, pero se ve que tiene mucha pared y va a ser un cerrote, las chicas lo saben y una le giña el ojo a Kobon y le grita "dale fuerte, dale". Kobon sabe muy bien que es un cerrote, pero piensa no puedo rajarme delante de las chicas, así que se tira a lo macho-banzai y se mete un hostión contra el reef que parte la tabla y se depila hasta las cejas con el coral. Mientras se arrastra como puede hacia la playa ve como la chica que le gritó coge un tubazo impresionante y la siguiente se la lleva otra rubiaza con otro tubo de antología. Estas chicas podían surfear mejor que cualquiera de los tíos en el agua, con o sin estratagemas, pero a veces eran muy útiles cuando había demasiados cabezas de alcornoque en el lineup. Marta se acordaba de esa ola del día que cogío mientras viajaba por Australia, la que ninguno de los "tíos duros" se atrevió a coger y como la gente le vitoreaba desde tierra. Pero le dolían todas las olas "robadas" por crápulas sexistas que no le llegaban ni al tobillo surfísticamente hablando, desperdiciando olas, cagándola ya en el take off, mientras ella por ser mujer no le daban ni la más mínima oportunidad de demostrar sus habilidades. Se alegraba de estar en un equipo de mujeres dispuestas a cambiar el "status quo".




Al salir las chicas pasaron junto a Kobon que estaba tumbado en la arena y solo pudo oír las risillas del grupo pues tenía los ojos cerrados y dientes apretados mientras uno de sus lacayos le echaba lima en las heridas de la espalda. Esa noche las chicas salieron de marcha, había una fiesta en el bar surfer del pueblo. Todos los surferos del baño las reconocieron al momento, no era de extrañar porque eran realmente imponentes. Sin embargo ellas pese a las estrategias de despiste en el agua no se habían fijado en ninguno de aquellos mandriles. No eran su tipo. Con una excepción, el guapito "listo" que no había tragado sus argucias. Estaba al fondo en la esquina, las surferas le dijeron a su última incorporación, Silvia, una belleza de ojos verdes que se lo dejaban como regalo de bienvenida. Ella se acercó entre tanta gente, él iba de "fashion" total con unos pendientes relucientes, engominado y una camisa blanca de picos largos, cadena colgando y un jersey rosa. Por el acento parecía brasileiro o portugués. Una vez cara a cara él le dijo lo bien que surfeaban todas, ella le correspondió diciendo que él había sido el único chico que había cogido un par de olas de serie.
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Cuando Silvia estaba a punto de preguntarle si quería darse un paseo por la playa con ella, él dijo "tengo que irme, me está llamando mi amigo". Ella se dio la vuelta para ver como otro galán bastante emperipollado le lanzaba un beso al surfer y le llamaba para ir a bailar a la pista. Mientras el surfer se iba, Silvia escuchó unas risitas que tornaron a carcajadas. Eran sus amigas escondidas detrás de una columna desternillándose. "Inocente, pichona, no te habías dado cuenta?" le decían de guasa, le habían gastado una novatada. Silvia respondió "pense que simplemente era metrosexual agudo, que se lo tenía tan creido que no nos miraba porque prefería verse reflejado en el agua!". La más veterana del grupo de surferas viajeras le explicó sonriendo "hemos probado nuestras estrategias en las mejores olas del planeta y siempre ha funcionado, los hombres son igual de primates en todos los rincones del mundo, menos cuando son gays, esos son nuestra kriptonita". Maria la morena añadió "... y los curas qué? Acuerdate de aquel sacerdote en el Salvador, el muy hijo de puta no nos miraba ni de reojo y no dejaba ni una ola pasar con su tablón!". "Es cierto, pero es que ese si que era la peor pesadilla, nuestra némesis, un surfer cura, gay y buitreador!!!", las chichas se partían de risa al recordarlo mientras bebían sus copas. Luego bailaron un buen rato y se fueron a dormir a la playa. Mañana partía el ferry pronto hacia una isla paradisíaca con muchas olas cristalinas e infestada de mosquitos... y surferos uni-neuronales listos para morder el anzuelo.

2 comentarios:

  1. jajaj lo que me he podido reir al final.. ya pueden los telediarios sacar alguna final del wct de vez en cuando y no al payaso ese que sale todos los dias...

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  2. Que conste que lo de Ronaldo lo he puesto porque la foto era perfecta para ilustrar la historia y me pareció gracioso. Ni soy antimadrilista, barcelonista, sevillista, ni ningún otro equipo, paso olímpicamente del "furbol".

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