miércoles, 31 de octubre de 2012

INDONESIA (PARTE 2 - JAVA)

Ya armado, con la tabla de Bali esta vez, aterricé de nuevo en Jakarta. Regateé con todos los taxistas del aeropuerto hasta que no rebajaron una rupia más y ya de noche salí rumbo a Cimaja, unas tres horas al sudoeste. Si se puede es mejor salir bien de noche cuando hay menos tráfico, en lugar de cinco horas tardé dos y media. El taxista paró a la salida para recoger a su mujer para que le hiciese compañía a la vuelta.  A la mañana me di una vuelta por el pueblo, buscando la playa. Al encontrarla vi que había unas muy buenas olas de metro y medio pasado y con 25 tíos en el pico. Entre ellos muchos locales que surfeaban de maravilla.

 Decidí no meterme al agua y buscar algún medio para llegar a la playa que era mi destino final y quedaba todavía a 3 horas de viaje. No pasaron ni dos minutos de dejar la playa y ya tenía a varias personas intentando venderme alguna tabla, organizarme algún surfari y cualquier otra transacción  que se me antojase (con comisión para ellos, claro). Al final el dueño de la tienda de surf me apañó un taxi (pero si podéis hacerlo sin intermediarios mejor, más barato). El susodicho taxi era una furgonetilla tipo mini-Vanette tuneada sin ventanillas y unos agujeros en la chapa que cada vez que me miraba a los pies veía la carretera pasar por debajo.  Seguridad cero pelotero y encima un camino de cerros encabritados y curvas que quitaban el hipo. El taxista paró en su pueblo también a recoger compañía, esta vez un amigo suyo enano. No sé ni cómo llegamos de una pieza los tres.

Casi al llegar al lugar, de camino se veían montañas de olas explotar contra los reefs vecinos y un estruendo de pánico. Me acordé de lo que me dijo el amigo Kepa (“esa ola puede que sea demasiado exigente para ti”) y comencé a tener dudas "surfexistenciales" y preguntarme porque no le escuché y que cojones hacía allí.

Al llegar ahí estaba el chiringuito de Iwan al lado de la rompiente, un palco de sombra de lujo para admirar el espectáculo de ola que aparece enfrente. Allí estaban dos australianos con sus Bintangs mirando y nadie en el agua. El swell era grande y venía un poco cruzado, haciendo que la mitad de las series fuesen surfeables y la otra mitad una trampa perfecta para romperte en la cabeza.

Iwan me preguntó de dónde era y le dije que del País Vasco. Me dijo que conocía a Kepa Acero (a quien llamaba “Master Barrel”) y me enseñó una de las cuatro tablas partidas por Aritz Aramburu, también me decía que conocía a Jabi (Kuku) y varios otros. Luego me mostró la Ikurriña que tiene colgada en la pared, debajo de una tabla partida del campeón del mundo Tom Carroll!

El lugar era todo lo contrario a Kuta, en medio de la nada, con un pueblito de media docena de casas de agricultores y pescadores, y luego dos o tres aposentos para surfistas. Me alojé en el que estaba a 200 m tierra adentro (por si las moscas o tsunamis) en las habitaciones básicas. Un lugar muy agradable que por unos 10 euros dormías y te daban tres pedazo de comidas con productos locales que ni en un restaurante.

PINCHAD SOBRE LAS FOTOS PARA VERLAS EN GRANDE
(LO MISMO PARA ENTRADAS PREVIAS)

        Vistas de lujo desde la tasca de Iwan, cervezita en mano y a la sombra en el palco presidencial
 Recuerdo de la tabla partida de Tom Carroll y una ikurriña en la pared del chiringuito
Comida de lujo , zumo de mango, pescado (con cara de mala leche) fresco y arroz con verduras
                                           Los encantadores Iwan y su pequeña Pipi
 
A la mañana siguiente el swell estaba todavía un poco encabritado y solo se metieron dos bodyboarders de Hossegor, un australiano y el marroquí Jerome Sahyour. Era increible como iba con la Gopro en la boca, remaba, hacía un drop en el aire tremendo, se pasaba la cámara a la mano y se auto-filmaba mientras se metía en un tubo. Im-prezionante.

Desde el mediodía a la tarde saltaba el viento fuerte, un poco ladeado o cross-shore y a la tarde se calmaba de nuevo. A la tarde, con metro y medio pasado y con un canguelo importante (porque eso del fondo de arrecife de coral  me da mucho yuyu) entré. Las olas levantaban muy rápido y el take-off en si era bastante complicado. Remando en el pico uno ve como se pone una pared casi en ángulo de 90 grados con el plano de la ola. Y luego cuidado con pasarte de listo y correr la ola hasta el final donde cierra en barra sobre el coral saliendo del agua y mil erizos esperando a regalarte sus espinas.
 
Me di unas cuantas tortas, pero por suerte solo toque fondo una vez y con el traje de neopreno corto. También pille algunas buenas, con una velocidad en la ola increíble. Era difícil frenarse para buscar el tubo, y más cuando ves una pedazo pared de agua que te quiere comer y un arrecife a menos de medio metro listo para cortarte en pedacitos. Ese temple de nervios no se aprende en un día creo yo, hay que curtirse en el reef. Ya fuera del agua hablo con un australiano, Tony. Esta es ya su quinta temporada viniendo y lleva 17 años haciendo surfaris de dos meses a Indonesia. Así uno aprende a entubarse sí o sí.
                                       Izquierdas de lujo una vez se alineo el swell
 
                                               Lincoln buscando el tubo al atardecer
                                              Nick en una ola con una buena pared por delante
El swell se mantiene y va bajando lentamente durante los tres siguientes días, pero siempre hay mínimo un metro para surfear. Poca gente en el agua, pero oigo que en julio y agosto hubo 20 y 30 personas en el pico. Una ola que a diferencia de Uluwatu, solo tiene un pico y un take-off definido, así que no es amigable a la masificación.

La noche antes de irme entra un buen swell, entro con marea muy baja y bastante acojonado. Eso se nota en mi surfing y con olas bien huecas me llevo la mayor tanda de tortas de mi vida. A diferencia de Kepa “master barrel” yo soy “master wipeout”. Sali del agua bastante desmoralizado, sobre todo después de ver con qué facilidad Nick (el neozelandes dueño del lossmen de la playa) se entuba una y otra vez. Sé que nunca llegaré a ese nivel, pero aunque sea pido no caerme en esas olas.

A la mañana siguiente me despierto temprano con algo de miedo tras la paliza de la tarde anterior pero con ganas de redimirme. El swell va en aumento y para la tarde la ola estará completamente pasada e insurfeable. Desde la orilla veo que rompen dos metrazos perfectos, alguna serie mayor. Pocas veces he visto y entrado con olas de ese tamaño y calidad. Nick y dos australianos (uno es el primo del mítico Terry Fitzgerald) están en el pico. Los tres andan muy bien. Desde el agua mientras entro veo como en las primeras olas de la serie gorda se lanzan los dos australianos, ambos hacen un take-off en el aire y ambos se la comen con patatas (sin ánimo de ser un perrete, me “alegro” de ver esto, ya que quiere decir que en esta ola hasta los muy experimentados también se la pegan). Me siento en el pico y espero a mi ola. Alguna de las más grandes me acojonan y las dejo pasar para los australianos (hay que tener ojo cuando estás al límite de tu nivel). Veo una que viene del ángulo perfecto y remo como un poseso. Bajadón tremendo y una ola que va como un tren de alta velocidad, adrenalina saliéndome por cada poro. Después cojo otras dos olas del mismo calibre. Me he quedado solo en el agua, un australiano ha partido su tabla, y con un swell en ascenso con series bomba de casi tres metros cayendo cada vez más frecuentemente decido irme por la puerta grande y con un buen recuerdo antes de partir el invento o mi espinazo. Hace tres días un americano en su último baño se pego contra el reef y tuvo que irse directo al hospital, No quiero repetir esa historia.

Esa misma tarde con los australianos alquilamos un barco y fuimos a un secret spot con tres olas super-heavies y un reef a menos de medio metro de profundidad. Experts only. Voy en calidad de voyeour y disfruto como un enano viendo desde la orilla tubos perfectos y ostias de espanto a partes iguales. No pude sacar fotos porque la cámara se me mojaba a cada movimiento del barco. Pasamos allá toda la tarde, de hecho atracamos ya de noche en la bahía pesquera.
                                Chris (el primo de T. Fitzgerald) de camino al secret spot
        Uno de los secret spots desde lo lejos (pena no llevar una cámara resistente al agua)
A la mañana siguiente toca irse. Me despido de Iwan y de su pequeña Pipi que comparten conmigo su humilde comida y les doy gracias por su amabilidad. Esta era la Indonesia que deseaba encontrar, lugares tranquilos, con naturalez, con buenas olas y buena gente. No se puede pedir mucho más...
Tehrima kashi,
 
Próximo capítulo Perú.
Saludos

SF

4 comentarios:

  1. Me he tirado un muy buen rato leyendo. Me imagino que estas experiencias permanecen en tu mente durante toda tu vida. Eso de "master wipeout" esta simpatico...jeje Siempre me he preguntado como sabe uno si esta preparado para este tipo de lugares. Tienes razon, ese del plato tenia cara de muy mala leche...
    Un saludo y gracias por contarlo!

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  2. Me alegro haberos entretenido un ratito.

    SF

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  3. Lo acabo de leer. Se me había pasado.

    Otra vez la palabra que me viene a la cabeza es "envídia".

    Un abrazo,

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